De acuerdo con el Banco Mundial, la inclusión financiera se refiere al acceso que tienen las personas y las empresas a productos y servicios financieros que satisfagan sus necesidades, tendiendo como particularidad que estos últimos sean útiles, asequibles, y prestados de manera responsable y sostenible.
Además, también establece que la definición debe entenderse en tres dimensiones, siendo estas el acceso, el uso y la calidad.
Tomando como referencia este pequeño esbozo de lo que es la inclusión financiera, en nuestro país se ha marcado como elemento clave para el progreso de los mexicanos, toda vez que no solo los empodera para controlar sus finanzas y acceder a más oportunidades, sino que también sienta las bases para un desarrollo económico y social más equitativo.
Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), apenas el 49% de los adultos mexicanos posee una cuenta bancaria, lo que orienta el termómetro financiero hacia una carencia de bancarización entre la población.
De ahí que, en México a pesar de su relevancia, la inclusión financiera sigue siendo un desafío significativo, porque al momento de impulsarla, aparecen aristas como la alta informalidad laboral y la preferencia por el efectivo.
Eso sin mencionar que algunos mexicanos prefieren el efectivo ante otros métodos digitales de pago por razones que van desde los descuentos, evitar hackeos, así como falta de tecnología o políticas públicas.
A esto hay que sumarle también otras realidades como la presentada en los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), los cuales revelan que la suma de personas que trabajan bajo todas las modalidades de empleo informal alcanza más de 32.5 millones de personas económicamente activas.
Por lo pronto, no son pocas las opciones que tienen las instituciones financieras para promover la inclusión financiera, y si a eso se le suma el aporte de las Fintech, el abanico de posibilidades de amplía.
Por ejemplo, las billeteras digitales pueden convertirse en una herramienta ideal para facilitar la inclusión de las personas; ya que, democratizan el acceso y uso de servicios financieros, coinciden algunos expertos.
En conclusión, la tecnología puede desempeñar un papel crucial en la inclusión financiera del país, pero siempre y cuando los desarrollos se diseñen pensando en resolver operaciones financieras de forma práctica, segura e intuitiva; sobre todo pensando en que esta para los mexicanos ha sido etiquetada como clave para su progreso.