Cuando pienso en inclusión financiera, a menudo me vienen a la mente jóvenes emprendedores, apps de pago y billeteras digitales; sin embargo, hay un grupo que muchas veces queda al margen de estas conversaciones: los adultos mayores.
Durante mi experiencia en el sector financiero, he visto cómo garantizar que este segmento tenga acceso a servicios financieros no solo es una cuestión de números, sino de dignidad y autonomía.
La inclusión financiera para adultos mayores significa brindarles la posibilidad de acceder a cuentas bancarias, tarjetas de débito, transferencias, créditos y educación financiera adaptada a sus necesidades.
No se trata solo de ofrecer productos, sino de acompañarlos para que puedan tomar decisiones seguras y conscientes sobre su dinero.
Esto es fundamental, porque, según el Banco Mundial, cerca de un 31% de los adultos mayores en América Latina no tiene acceso a servicios financieros formales, lo que los expone a riesgos como fraudes, dependencia económica y exclusión social.
Inclusión financiera de manera fácil
En mi día a día, me he encontrado con situaciones en las que un adulto mayor no realiza trámites porque teme a la tecnología o simplemente no entiende cómo funciona un sistema bancario digital.
Aquí es donde la educación financiera juega un papel crucial. Talleres sencillos, atención personalizada y plataformas intuitivas pueden marcar una gran diferencia.
No es raro ver cómo, una vez que adquieren confianza, estas personas empiezan a usar servicios digitales con la misma facilidad que los más jóvenes.
Condición que traspasa segmentos
Además, la inclusión financiera también tiene un impacto positivo en la sociedad. Los adultos mayores que manejan su dinero de manera independiente contribuyen a la economía, planifican mejor su retiro y, sobre todo, sienten que mantienen el control de su vida.
En ese sentido, instituciones financieras conscientes de esto están desarrollando productos diseñados específicamente para este grupo, como cuentas sin comisiones, préstamos con tasas justas y asesorías amigables.
Creo firmemente que todos ganamos cuando los adultos mayores se sienten incluidos financieramente. No se trata solo de tecnología o de números; se trata de brindar oportunidades, seguridad y confianza.
Cada vez que veo a una persona mayor descubrir que puede hacer una transferencia por sí misma o ahorrar para sus planes futuros, sé que estamos avanzando en la dirección correcta.
La inclusión financiera no es solo un objetivo económico, sino un compromiso social que fortalece a toda la comunidad.