¿Hacia dónde va la inclusión financiera en México?
¿Hacia dónde va la inclusión financiera en México?
Alexis Nickin Gaxiola

¿Hacia dónde va la inclusión financiera en México?

La inclusión financiera en México ha mostrado un progreso notable en los últimos años, reflejando un crecimiento significativo en el acceso a productos y servicios financieros. Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, la proporción de la población con acceso a al menos un producto financiero, como cuentas de ahorro, créditos o seguros, alcanzó un 80% en 2024, aumentando 8.7 puntos porcentuales desde 2021.

 

Este avance se ve alimentado principalmente por el aumento en el uso de Internet y dispositivos digitales. De acuerdo con la ENIF 2024, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), se ha observado un aumento en el acceso a productos financieros tanto entre mujeres como hombres.

 

Para 2024, el 72.8% de las mujeres y 80.9% de los hombres reportaron tener al menos un producto financiero, lo que representa incrementos de 6.6 y 10.9 puntos porcentuales, respectivamente, desde 2021.

 

Además, el informe destaca que, en el rango de edad de 18 a 70 años, cuatro de cada seis integrantes de este grupo manifestó poseer una cuenta de ahorro formal, lo que implica un aumento del 18.9% en comparación con 2015 y del 13.9% respecto a 2021. Este contexto la inclusión financiera ha avanzado de manera importante, alcanzando su nivel más alto desde que se inició la medición en 2015.

 

A pesar de estos logros, persisten brechas significativas, especialmente entre grupos vulnerables. Los datos revelan que la inclusión financiera para mujeres indígenas se destaca como una de las más críticas, donde el porcentaje de acceso a productos financieros se sitúa en niveles alarmantemente bajos. Por ejemplo, las disparidades son marcadas: la brecha de acceso entre hablantes de lengua indígena se encuentra en 15.2 puntos porcentuales; entre personas que se autoadscriben como indígenas, 14.3 puntos, y 9.4 puntos con la población afrodescendiente.

 

Esto ilustra una clara necesidad de políticas focalizadas que respondan a las particularidades de estas comunidades.

 

Proyecciones y desafíos para aminorar la brecha de desigualdad en la inclusión financiera

 El año 2025 será fundamental para abordar estas brechas y mejorar la confianza en el sistema financiero. Un punto crítico a considerar es que cerca de la mitad de la población percibe que las entidades financieras no solucionan sus demandas adecuadamente, lo cual afecta su disposición a participar en el sistema financiero formal.

 

Se anticipa que los próximos pasos a seguir deberán tener un enfoque integral basado en:

 

  1. Aumentar la educación financiera: A pesar de los avances, el puntaje del índice de alfabetización financiera no ha mostrado cambios significativos desde 2018, lo que indica la necesidad de más iniciativas educativas que involucren a todos los segmentos de la población.
  2. Acceso digital y Fintech: El crecimiento del uso de herramientas digitales para la administración de productos financieros y pagos facilitará será una herramienta de gran utilidad para abodar la inclusión dirigida a los adultos mayores, mujeres amas de casa, y mujeres indígenas especialmente en áreas rurales.
  3. Atención a grupos vulnerables: Un compromiso explícito con la igualdad de género y la inclusión de minorías será clave para abordar las desigualdades persistentes.
  4. Innovación en productos financieros: El desarrollo de soluciones que respondan a las necesidades específicas de la población, como microcréditos o seguros personalizados para comunidades indígenas, será fundamental.

 

La inclusión financiera en México ha avanzado, pero los esfuerzos deben concentrarse en cerrar las brechas más amplias. Con políticas bien diseñadas, un enfoque en la educación financiera, y la implementación de tecnología, existe un potencial considerable para promover una inclusión financiera que beneficie a toda la población, particularmente a aquellos sectores menos favorecidos.

 

Dicha inclusión no solo proporciona acceso a productos, sino que también empodera a los ciudadanos, mejorando su bienestar financiero y su capacidad para participar en la economía formal.