En un mundo donde la seguridad alimentaria sigue siendo un desafío apremiante, la inclusión financiera emerge como una herramienta crucial para abordar esta preocupante realidad. Según las cifras oficiales, una de cada diez personas enfrentará el hambre esta noche, mientras que más de 300 millones luchan diariamente con la inseguridad alimentaria aguda. Esta situación se ve agravada por diversos factores, desde conflictos hasta la crisis climática, pasando por las secuelas económicas persistentes de la pandemia de COVID-19.
El acceso a servicios financieros básicos surge como un pilar fundamental en la lucha contra la inseguridad alimentaria. Aquellos que cuentan con estos servicios están mejor equipados para enfrentar crisis, pues tienen la capacidad de acumular ahorros para tiempos difíciles. Por otro lado, la falta de acceso deja a las personas en una situación vulnerable, sin los medios para construir un colchón financiero que les permita hacer frente a emergencias de manera efectiva.
Para los pequeños agricultores, quienes operan en condiciones de márgenes estrechos, el acceso al financiamiento es esencial. El crédito les permite invertir en recursos vitales como semillas, herramientas y tecnología, lo que a su vez mejora la productividad. Sin embargo, la falta de inclusión financiera dificulta enormemente la obtención de créditos, lo que obstaculiza sus esfuerzos empresariales.
Esta dificultad se acentúa aún más para las mujeres, quienes enfrentan obstáculos adicionales para acceder a servicios financieros. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) se ha propuesto empoderar económicamente a las mujeres, facilitándoles el acceso a recursos financieros. Su meta para 2030 es ayudar a diez millones de mujeres a adquirir cuentas de dinero móvil, lo que no solo mejoraría su seguridad alimentaria, sino también la de sus familias y comunidades.
En lugares como Uganda y Jordania, donde el PMA está muy activo en operaciones de transferencia de efectivo en campos de refugiados, se están llevando a cabo esfuerzos significativos para promover la alfabetización digital y financiera entre los beneficiarios. En Uganda, se enfocan en abarcar a ambos géneros, reconociendo que la participación de hombres es crucial para fomentar la autonomía financiera de las mujeres y la toma de decisiones conjunta dentro de los hogares.
Del mismo modo, en Jordania, se están implementando medidas para extender los servicios de billetera móvil a los beneficiarios en campos de refugiados, en colaboración con el gobierno. La digitalización de los pagos y la capacitación de los beneficiarios en el uso de la billetera móvil son aspectos clave de estas iniciativas, que buscan hacer más eficientes y accesibles las transferencias de efectivo.
Los avances en la eficiencia de las transferencias de efectivo han sido notables, gracias a la transición hacia enfoques más flexibles que permiten a los beneficiarios elegir su método y ubicación de entrega preferidos. Esto no solo conlleva ahorros de costos, sino también una mayor precisión en la focalización de los beneficiarios.
Por último, es fundamental reconocer el papel fundamental de los bancos centrales y los reguladores financieros en la lucha contra la exclusión financiera. Al eliminar barreras de acceso, garantizar medidas de protección y promover la paridad de género, estos organismos pueden contribuir significativamente a la construcción de ecosistemas financieros más inclusivos. Además, iniciativas que promuevan la protección al consumidor y la alfabetización financiera son esenciales para capacitar a las personas y permitirles navegar eficazmente por el panorama financiero digital en constante evolución.